La candidatura de Javier Milei ha sacudido al establecimiento político y mediático argentino. Más allá del resultado que obtenga en las próximas elecciones presidenciales, su campaña ya ha logrado una victoria en el ámbito de las ideas al popularizar su propuesta de dolarizar la economía argentina.
La adopción del dólar estadounidense como moneda oficial supondría un cambio drástico que eliminaría de un plumazo la intervención del Banco Central argentino en la gestión monetaria. Esto pondría fin a las prácticas que han permitido la monetización del gasto público y limitaría la expansión de la oferta monetaria a través de exportaciones e inversión.
Según los partidarios de esta reforma, Argentina podría dejar atrás un ciclo vicioso y avanzar hacia uno virtuoso, donde la dolarización frenaría el gasto excesivo del sector público y promovería un crecimiento más ordenado y sostenible, con la estabilidad de precios como objetivo central.
La experiencia de Ecuador con la dolarización
Para entender mejor las implicaciones de esta propuesta, vale la pena analizar la experiencia de otro país latinoamericano: Ecuador. A finales de la década de 1990, Ecuador abandonó su moneda, el sucre, y adoptó el dólar estadounidense después de una década marcada por la hiperinflación y la inestabilidad monetaria.
Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística de Ecuador, la tasa anual de inflación en Ecuador alcanzó niveles alarmantes en la década de 1990, llegando a un máximo del 60,71% en 1999, el año previo a la dolarización. Desde entonces, y a pesar de los desafíos económicos y políticos que ha enfrentado el país, Ecuador ha logrado mantener la inflación bajo control. Los datos muestran tasas de inflación anual que oscilan entre el -0,9% en 2020 y el 3,74% en 2022.
La experiencia ecuatoriana sugiere que la dolarización puede tener un impacto positivo en la estabilidad de precios, especialmente en países donde la población ya está acostumbrada a ahorrar en dólares. La dolarización podría ser una vía recomendable para Argentina, que ha enfrentado problemas crónicos de inflación y gestión económica.
Sin embargo, es importante señalar que la dolarización no es una solución mágica. Aunque puede ayudar a controlar la inflación y promover la disciplina fiscal, el crecimiento económico también depende de otras variables, como las reformas tributarias y la desregulación.
El caso de Ecuador no es único; El Salvador también ha adoptado el dólar como moneda oficial, y Panamá ha utilizado el dólar durante más de un siglo sin formar parte de la Unión Europea o la Eurozona. Estos ejemplos muestran que la dolarización puede ser una estrategia viable para estabilizar la economía.
La candidatura de Javier Milei ha traído la propuesta de dolarización al centro del debate político y económico en Argentina. La experiencia ecuatoriana demuestra que esta medida puede tener efectos positivos en la estabilidad de precios, pero se requiere una gestión económica sólida y otras reformas para lograr un crecimiento sostenible. Argentina se encuentra en un momento crucial en su historia económica, y la dolarización es una opción que merece una consideración cuidadosa en el camino hacia la estabilidad y la prosperidad económica.