“Estoy pidiendo a todos los principales intercambios de cifrado (bolsas de canje de criptomonedas) que bloqueen las direcciones de los usuarios rusos. Es crucial congelar no solo las direcciones vinculadas a los políticos rusos y bielorrusos, sino también sabotear a los usuarios comunes”.
Con este posteo en la red social Twitter Mykhailo Fedorov, viceprimer ministro y ministro de “Transformación digital” de Ucrania, reclamó al mundo reforzar el cerco económico y financiero sobre Rusia, iniciado con la decisión de EEUU y los socios mayores de la Unión Europea de excluir una serie de bancos rusos de SWIFT, plataforma operativa para las transacciones transfronterizas del sistema financiero global, y castigar también al Banco Central de Rusia, impidiéndole actuar con sus reservas en mercados del exterior, de modo de impulsar la caída del rublo y un aumento de la inflación en la economía rusa y comprometer así la situación interna de Vladimir Putin.
De hecho, aun antes del anuncio de los anuncios de la exclusión de SWIFT, analistas habían advertido que en tal caso las empresas y particulares rusos recurrirían a las criptomonedas para circunvalar las limitaciones operativas por los canales bancarios y de pago convencionales.
En 2014, cuando tras la anexión de Crimea por parte de Rusia EEUU prohibió a ciudadanos y empresas norteamericanas hacer negocios con bancos y otras compañías rusas, el daño a la economía rusa se estimó en cerca de USD 50.000 millones.
Desde entonces, sin embargo, el mercado de las criptomonedas, muy poco regulado y protegido por un manto de anonimidad, fue cada vez más una alternativa al sistema financiero y las operaciones procesadas a través de Bancos Centrales y SWIFT, un sistema de mensajería interbancaria creado en 1973 y a través del cual unas 11.000 entidades financieras de cerca de 200 países del mundo realizan más de 36 millones de operaciones transfronterizas por día.
“Rusia tuvo mucho tiempo para pensar acerca de consecuencias de sus acciones y sería ingenuo pensar que no han analizado exactamente este escenario”, dijo Michael Parker, un ex fiscal federal de EEUU y experto en lavado de dinero de Ferrari & Associates”, un estudio legal con sede en Washington.
A partir de la decisión de excluir un número aún no precisado de bancos rusos de seguir haciendo operando internacionalmente a través de SWIFT, los países occidentales sopesan ahora cómo obturar también operaciones rusas por otros canales. Las principales, de todos modos, difícilmente puedan canalizarse a través de criptomonedas, pues involucran a grandes empresas y contratos, con sellos y aprobaciones gubernamentales, como los contratos de provisión de gas.
Cerca del 60% del gas que se consume en Alemania proviene de Rusia y se divide en partes aproximadamente iguales entre calefacción residencial, uso industrial y generación de electricidad a través de centrales térmicas. Aún no se sabe si esas operaciones estarán alcanzadas por la exclusión del SWIFT; impedir que Rusia cobre esos envíos implicaría también que cesen los envíos. Karl Schlögel, un historiador alemán especializado en Rusia y autor del libro “El siglo soviético” dijo que la peor “metida de pata” de Ángela Merkel, la excanciller alemana, fue “darle a Rusia la llave de la calefacción”.
De todos modos, los Exchange (bolsas) de criptomonedas temen a su vez que la nueva situación fuerce a los países occidentales a intensificar los controles sobre el mercado cripto.
A su vez, en 2020 el Banco Central de Rusia inició los estudios para implementar el “rublo digital”, un proyecto a cargo de Elvira Nabiullina, presidente de la entidad, exasesora económica y funcionaria de la máxima confianza de Putin, quien fundamentó la iniciativa en el “riesgo persistente” de sanciones económicas de EEUU y la necesidad de un sistema de pagos rápido y barato para ponerse a salvo de ese riesgo.
“Creo que es el futuro de nuestro sistema financiero porque se correlaciona con el desarrollo de la economía digital”, afirmó Nabiullina. Ya en octubre de 2020 el Banco Central ruso publicó un documento de consulta sobre el “rublo digital”, que tendría exactamente el mismo valor del rublo de papel y cuyas “pruebas piloto” estaban agendadas para iniciarse este año.
Si Rusia, China e Irán crean la versión digital de sus propias monedas para operar fuera del dólar y otros países les siguen, sería alarmante”, dijo entonces Michael Greenwald, un exfuncionario del Tesoro de EEUU.
Fuente: Infobae